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29.SEP.2023

La directora del Museo de Altamira, Pilar Fatás, destaca la seguridad de El Cabril durante una nueva charla Chec

La directora del Museo Nacional y del Centro de Investigación de Altamira, Pilar Fatás junto a la COPE Córdoba

La directora del Museo Nacional y del Centro de Investigación de Altamira, Pilar Fatás, ha sido la protagonista de una nueva charla divulgativa Chec desde el centro de almacenamiento de El Cabril. A través de esta iniciativa, Enresa, y en colaboración en esta ocasión con COPE Córdoba, quiere dar a conocer aspectos de la actividad de personalidades de prestigio a la vez que visitan el centro de almacenamiento cordobés.

Durante su visita, Fatás ha destacado la seguridad con la que Enresa realiza su labor de gestión de residuos radiactivos. Tal y como ha indicado, “pensemos y valoremos el servicio público que constituyen estas instalaciones”. Además, ha indicado, “me he quedado gratamente sorprendida. Durante la visita he entendido claramente cómo se realiza el tratamiento de los residuos aquí. Me ha sorprendido mucho lo que es trabajar en la seguridad para las personas, la seguridad para el medio ambiente también. Me ha parecido muy importante, la transparencia y cómo se está divulgando el trabajo que hacen para que la ciudadanía lo entendamos”.

Tras su visita, calificada como “agradable, sorprendente y minuciosa”, la directora del Museo de Altamira ha conversado acerca de su actividad al frente de una de las joyas del arte paleolítico a nivel internacional, la cueva de Altamira, así como de las similitudes que encuentra entre la actividad de Enresa y la suya. Así, Fatás ha destacado la información detallada que se hace de cada residuo, donde hay una trazabilidad perfecta, lo que “me ha recordado un poco al trabajo de los arqueólogos, que deben sacar toda la información no escrita. Los futuros arqueólogos tendrán esa información”, ha asegurado. Además, otra similitud para ella ha sido “la forma final en la que van a acabar los residuos. Se integrarán con el paisaje, debajo de diversas capas muy definidas. Quedarán como una fuente natural de radiación, igual que la cueva de Altamira y el resto de las cuevas kársticas, debido a la presencia de radón que hay en ellas”.

Y es que la propia cueva de Altamira también genera radiactividad por vías naturales, el radón. Como tantas otras cuevas, al poseer radón, que es una fuente natural de radiación, en el Museo de Altamira tienen que declarar que realizan una actividad en una fuente natural de radiación. Por lo tanto, señala Pilar Fatás, “nos regimos por los límites de permanencia en el interior de la cueva que establece el Consejo de Seguridad Nuclear. Se entra con unos límites de estancia por razones de conservación y por razones de salud para las personas, hay un límite de tiempo que podemos permanecer los trabajadores en el interior de la cueva al año y, además, igual que hemos hecho en la visita de hoy, llevamos un dosímetro para medir la dosis de radón que recibe cada uno de los trabajadores”.

La arqueología del futuro

Para esta arqueóloga, prehistoriadora y especialista en museos, cualquier cosa que se encuentre enterrada es objeto de la arqueología y, apunta Fatás, “por qué no, los arqueólogos del futuro podrán trabajar en este entorno. La cuestión está en que aquí, en El Cabril, documentan tan bien todo el proceso y tienen tan bien planificada la estratigrafía que va a ocultar esos residuos, que el trabajo de los arqueólogos prácticamente está hecho, ¿no?, porque eso es en lo que consiste nuestro trabajo, en obtener toda la información que podemos a partir de aquellos restos de nuestro pasado que están enterrados en el suelo. La verdad que aquí se está haciendo un trabajo excelente”, concluye.

La arqueología prehistórica es el ámbito en el que se mueve el trabajo realizado por Pilar Fatás y su equipo, recuperando y recomponiendo cómo era la vida de nuestros antepasados, en un momento en el que no había escritura, ni había documentación. “Lo que hacemos es recuperar hasta el más mínimo grano de polen que podamos encontrar en el sedimento para, a partir de eso, como si se tratara de un puzle, recomponer la vida del pasado”, postula la directora de Altamira.

Mucho que aprender

Una vida, señala, de la que el ser humano actual tiene aspectos de los que aprender, según ha indicado Pilar Fatás en su charla con Enresa y COPE Córdoba. En su opinión, “cuando vivíamos en el Paleolítico, personas como nosotros, que somos sapiens o humanos anatómicamente modernos, vivíamos integrados en la naturaleza, al ritmo de la naturaleza, teníamos que ser sostenibles con los recursos, no podíamos entonces agotar los recursos porque, si no, no podríamos seguir sobreviviendo. Y yo creo que desde el Museo de Altamira es una de las cosas que intentamos fomentar, echar esa vista al pasado para ver cómo desarrollábamos nuestra vida en comunión con la naturaleza para aprender a ser mucho más sostenibles y, desde luego, no agotar los recursos del futuro. Es una de las líneas que trabajamos en el museo, la línea de la sostenibilidad, que también es algo muy coincidente con el trabajo que se realiza aquí”.

Un apasionante viaje en el tiempo

La cueva de Altamira está inscrita en la Lista de Patrimonio Mundial de la Unesco. Según explica la directora del Museo, resulta complejo hacer atractiva la visita, ya que la cueva puede ser visitada por un escaso número de personas al año. Existe un Plan de Conservación Preventivo que establece el tiempo de permanencia en el interior, para evitar deterioros, y únicamente cinco personas a la semana, 250 personas al año pueden visitar la cueva. La alternativa para la visita fue la construcción del museo hace 20 años, y el mejor instrumento para conocer Altamira es a través de su exposición permanente, que incluye la reproducción de la cueva, que el visitante puede recorrer como si estuviera en la cueva real. El arte se ha reproducido con absoluta fidelidad con el original. Además, cuenta con una serie de salas anexas que dan respuesta a las grandes preguntas sobre la prehistoria. El museo recibe más de 250.000 personas al año, con una gran valoración.

Porque Altamira ofrece al visitante un apasionante viaje en el tiempo. Ni más ni menos que 35.000 años atrás, fecha en la que esta datada la primera de las pinturas de la cueva. Pinturas, signos y trazos que son considerados un medio de comunicación. Lamentablemente, como explica en la charla Pilar Fatás, no tenemos el código para descifrar qué querían comunicar aquellos humamos, pero querían comunicarse entre ellos. Para ellos, “era transcendente” lo que allí pintaban, señala.

Puedes ver la charla completa en este video:

https://youtu.be/Csf4thBWGZs

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